domingo, 12 de enero de 2020

Father And Son - One Shot #1

¡Buenas a todos! Me ha tomado tiempo, bastante si somos sinceros... pero por fin le damos vida a una nueva "sección" de este blog.

Al llegar a las 10.000 visualizaciones, les había comentado que haría algunos "One-shot" y estos no solamente se enfocarían en la franquicia de monstruos de bolsillo.

 Me gustaría que todos pudieran comentar y dar su voto a estos cortos, ya que, las tres más votadas se convertirás en historias, profundizando y dando una mejor ejecución a cada idea planteada en estas entradas.

Pueden votar por sus tres one-shot favoritos, pero les sugiero que se tomen su tiempo para escoger ;) 

Bueno... tengo mucho que añadir, pero lo dejaré para el final de la entrada ¡No negaré que estoy algo emocionado! 

¡Disfruten del primer one-shot! 

-o-

Así no era como sucedería.

-¡Enfermera, la perdemos!

El parto se había complicado y antes que alguien pudiera darle alguna aclaración, escuchó como la vida de su mujer y de su hijo se encontraban en peligro.

-No… Dios mío, no…

Quizás era un castigo, el karma dirían algunos.

Aquel joven adulto, tenía planeado realizar un acto bastante detestable: Iba abandonar su hogar, dejando a su esposa e hijo a su suerte.

Era un entrenador pokémon después de todo, ellos no podían estar en el mismo lugar por siempre.

Le dolía hacerlo, cada noche pensaba en las consecuencias de tomar aquella decisión, temiendo que su mujer descubriera que era lo que le atormentaba.

Y por consecuente, afectar al desarrollo de su hijo.

Pero al final… aquí se encontraba, rogándole a cualquier divinidad que protegiera a su familia.

Diciéndose una y otra vez; “me encargaré de protegerlos, de hacerlos feliz, nunca más pensaré en abandonarlos por un estúpido viaje”.

Imploró, gritó e insultó.

Los médicos hicieron todo lo posible.

Sin embargo, bastó con ver como el brillo en los ojos del doctor se apagaban, para saber qué tipo de información recibiría a continuación.

-Lo lamento… hicimos lo que pudimos…

El que supiera que palabras diría el médico, no lo hacía menos doloroso, tuvo el impulso de golpearle y exigirle que salvara a su familia.- Lo se… es mi…

-Ella desea verle, es fuerte… logró dar a luz a su pequeño en perfecto estado.

El rostro pálido del marido recuperó algo de vida con esa noticia.

Quizás no todo estaba perdido.

Corrió rápido hacia la habitación, solamente se detuvo al estar en frente de la puerta.

-(Puedes hacerlo… no pierdas el tiempo).- Cada segundo era valioso, se mordió el labio inferior con toda la fuerza que le quedaba, impulsándose a tener el suficiente valor para ver a su mujer por última vez.

Antes no le importaría este hecho, porque estaba seguro que a fin de cuentas estaría bien.

Como le gustaría golpearse así mismo.

 -Qu-querido…

Escuchar su dulce voz con un tono tan frágil, le rompía el corazón.

-Delia…- Tan pronto como salieron sus palabras, estas se detuvieron ¿Qué le podría decir? ¿Rogar que no se muriera?

Sin embargo, al ver a su mujer en ese estado…

Delia era como el sol, iluminaba y le daba calor a la vida de los demás. Verla con el cabello tan desordenado, piel pálida y que solamente tristeza pueda reflejarse en su rostro… era algo tan ajeno a la realidad.

Era injusto, pensó mientras tomaba con delicadeza las manos de su esposa.

Estaban frías.

Ella no se merecía pasar por algo así.- Lo lograste cariño… Ash, está bien… tú también lo estarás.

Lo último sonó como súplica, pero Delia no estaba en su mejor estado y fue incapaz de percatarse del tono de su marido.

-¿Lo cuidarás?

-Cl…claro que sí.- Se había tardado en contestar al no esperar esa pregunta.

-¿No me estás mintiendo?

Delia parecía a punto de quebrarse y su esposo no sabía que palabras dedicarle para calmarla.

Internamente se preguntaba por qué su esposa dudaba de su palabra. No tardó en unir las piezas gracias a la culpa que lo carcomía.                                     

-¿Lo sabias?- Con cuidado acarició las manos de su mujer, el agarre perdía fuerza y eso le aterraba por dentro.- ¿Sabías que me iría?

En ese momento su esposa no pudo contener las lágrimas y para él, fue respuesta suficiente para aclarar varias dudas que tenía en su cabeza.

-(Todo es mi culpa).

Sus ojos se cristalizaron, sus piernas comenzaron a temblar, su cuerpo estaba reaccionando a la nueva información recibida mientras que su mente… seguía sin responder.

-Egan… Quédate con él por favor, hasta que sea capaz de protegerse ¿Si?

¿Tan poca fe le tenía?

Parecía que Delia ya daba por hecho que iba abandonar a su hijo tarde o temprano… ¿Eso pensaba de él?

No.

No… se lo merecía, era imposible que ella tuviera algo de confianza al tipo que planeaba abandonarla.

Eso no quiere decir que aquello no le había dolido, siendo incapaz de seguir ocultando aquel sentimiento.

Delia antes de cerrar los ojos, pudo ver como el rostro de su esposo se llenaba de lagrimas. 

-Ash…

De alguna manera, estaba algo tranquila con la idea de descansar en el más allá. 

Estaría con su madre, juntas podrían velar por su pequeño.

-o-

Los días pasaron hasta convertirse en semanas.

Egan decidió que su pequeño mantuviera el apellido de su mujer, después de todo, ella hizo todo con tal de que Ash naciera sano.

Incluso si eso significaba dar su propia vida.

-No te engañes hombre, tu traición fue la que la mató poco a poco.

El amargo sabor de boca jamás se fue; en más de una ocasión quiso refugiarse en los brazos del alcohol, pero siempre era detenido por el llanto de su hijo.

-Se lo prometí a Delia… no puedo decepcionarla, no de nuevo.

Aquella petición de su difunta esposa se había grabado en su mente, por lo que durante el primer mes, solamente se dedicó a las necesidades de su hijo.

No estaba solo, usualmente lo ayudaban los habitantes del pueblo, todos adoraban a Delia y sentían que estaban en deuda con ella.

Aunque eso no significaba que sentían lo mismo por él.

-Por fin se durmió.- Susurró y con bastante delicadeza acurrucó al pequeño bebé en la cuna.- Descansa pequeño.

Se quedó observándolo por varios minutos, pensando en lo frágil y dulce que se veía durmiendo, recordándole nuevamente a Delia.

-Te hubiera encantado verlo dormir ¿No es así?- Sus ojos se cristalizaron, el asco que sentía hacia el mismo aumentaba.- Hombre… ¿Por qué fui tan estúpido?

Su mente había recreado los últimos meses en más de una ocasión, mostrándole lo frío e indiferente que había sido con su esposa.

-¿Oíste eso? ¡Será un niño!

-Sí… lo oí.

-¿Crees que le gustará su nueva habitación?

Frunció el ceño, dejó a uno de sus pokémon al cuidado del bebé y se dirigió a su alcoba. 

-Realmente… me gustaría saber qué pensará de nosotros.

-Egan… ¿Crees que seremos buenos padres?

-Suficiente…- Murmuró mientras se cubría el rostro, creyendo ingenuamente que de esa forma controlaría su llanto.- Lo siento, lo siento… en verdad lo lamento.

Sabía que sin importar cuanto se disculpara, aquellas palabras jamás llegarían a ella.

Tras un rato el cansancio fue imposible de ocultar, Egan sentía que iba desplomarse en cualquier momento, por ende, se quitó el cinturón y se preparó para dormir.

Cuando iba apagar la lámpara su atención se dirigió al diario de su difunta esposa.

Hace semanas que lo había encontrado entre los cajones, no negaría que tenía curiosidad por saber que estaba escrito ahí pero incluso él, sabía que debía respetar lo que alguien escribía en su diario de vida.

Aun así, fue incapaz de volver a guardarlo, siempre lo dejaba a la vista, el impulso de querer leer y saber cómo se había sentido su esposa durante los últimos meses le carcomía por dentro.

Suspiró, disculpándose con Delia por lo que haría a continuación.

-Siempre tuvo una hermosa letra.- Murmuró mientras leía brevemente los primeros escritos de su mujer, la melancolía lo envolvió recordando las primeras citas, discusiones y momentos especiales entre ambos.

Pero a pesar de que era conmovedor leer sobre el amor que sentía Delia por su persona, él quería indagar en los últimos eventos en la vida de su esposa.

Querido Diario:

Por fin se el género de mi retoño, es un niño y muy energético, ya ha comenzado a patear ¿No es fantástico?

Sé que puede ser sorprendente, estaba realmente mal con la perdida de mi madre y al poco tiempo, me entero que yo seré mamá.

Apuesto que a ella le hubiera encantado conocer a su nieto.

Pero ¿Sabes qué? Siento que para aliviar la ausencia de mi madre, he recibido a Ash, sip, así es como se llamará mi bebé.

No puedo explicarlo con palabras exactas lo que siento, salvo que lo amo, no como amé a mi madre o como amo a mi esposo.

Y ni siquiera sé cómo es pero ya lo adoro ¿Así se habrá sentido mi madre?

Perdona por divagar, tengo mucho que decir y no sé por dónde comenzar o continuar.

Quisiera contarte a detalle todo lo que tengo en mi mente, varias cosas sobre el futuro y especialmente como se llevará mi pequeño con su entorno.

Pero tengo miedo, de tener que cargar con  todo esto yo sola.

Egan… parece distante, menos activo y perdido en sus propios pensamientos.

Algo le preocupa, pensé que se trataba de nuestro hijo pero... es algo peor.

Tú lo sabes mejor que nadie querido diario, tú eres el único que conoce el temor con el que vivo diariamente.

Temo que un día Egan tomé sus cosas, me besé por última vez y salga por nuestra puerta para nunca volver.

Últimamente entrena durante las noches, eso es lo que me preocupa, quizás estoy siendo paranoica y solamente quiere asegurarse de ser suficientemente fuerte para protegernos.

Quiero creerlo, realmente espero que sea sí… y que no sea igual como mi padre, el ni quisiera pensó en los sentimientos de mi madre o en los míos. 

¿Tan importante es continuar tu viaje como entrenador? ¿Tanto hasta para dejar a tu mujer e hija solas?

Yo… sigo sin entenderlo hasta ahora.

Pero Egan es mejor que eso… yo creo en él.

Me lo ha demostrado, me está apoyando, quizás solamente está cansado de mis caprichos y necesita tiempo para recuperarse.

También ha sido duro para él.

Me siento algo culpable por dudar de él.

Egan sintió como una daga perforaba su corazón lentamente ¿Cómo pudo haber sido tan egoísta e idiota? 

¿Ni siquiera fue capaz de pensar en lo sola que se sentiría Delia?

Su padre la había abandonado para continuar su viaje, y su madre había fallecido tiempo después de que se casaran.

¿Quién sería el pilar en el que se apoyaría?

Dejando sus lamentos para después, decidió buscar las últimas fechas, algo le decía que esto recién empezaba.

Querido diario:

Yo, no estoy bien.

Nada bien.

Te juro que lo intenté.

Traté de convencerme que era a causa del embarazo, me hace más emocional de lo habitual, así que realmente pensé que estaba sobreactuando por cómo se comportaba mi marido.

Pero no… lamentablemente no me había equivocado.

Egan se marchara, no sé cuándo pero lo hará.

Mis dudas se aclararon cuando me percaté que pasaba gran parte del día en el ordenador, investigando sobre la región vecina llamada Johto, quedé sin habla al ver imágenes de pokémon que jamás había visto en toda mi vida.

Estaba tan fascinado que ni se había percatado de mi presencia, tuve el impulso de gritarle e incluso de golpearle con el sartén más cercano.

Pero… no pude.

Me sentí tan traicionada, tan tonta… ilusa.

No es justo diario ¿Por qué siempre debo quedarme sola?

Primero papá, mamá y ahora Egan.

¡No es justo!

¿Acaso alguien se preguntó si yo quería iniciar mi viaje?

¿Alguien se detuvo a pensar en mis sentimientos?

¡No, siempre tenía que callar y aceptar las decisiones de los demás!

Papá nos dejó, mamá me hizo trabajar en su hostal desde los diez.

Y cuando por fin puedo irme… ¡Egan llega a mi vida!

¿Tanto le cuesta hablar de esto conmigo? ¿Tan cobarde es el hombre que amo?

Podríamos llegar a una mejor solución, no se… como criar a Ash por todo el país, sinceramente se me hace una idea maravillosa ¿Por qué no pensó en una solución así de sencilla?

¿Acaso puso atención al menos a una charla que tuvimos?

Compartimos una fascinación por conocer y recorrer el mundo, maldita sea… él fue mi apoyo cada vez que me derrumbaba cuando hablaba de mi desaparecido padre ¿Y ahora viene con esto?

¿Por qué?

Yo… no sé si podré callar lo que siento.

Pero temo que esto afecte a Ash, no quiero entrar a una discusión interminable pero tampoco me quiero guardar esto.

¿Qué debo hacer?

-Dios…- Por muy doloroso que era continuar con la lectura, aquel viudo continuó hasta el amanecer.

El amor idealizado de Delia se derrumbaba con el paso de los días, pero a cambio el dolor en su corazón crecía y crecía.

Cada hoja del diario trasmitía la decepción, la ira y el desamor que sintió su esposa.

Egan estuvo ahí pero no le dio importancia, el estado de Delia empeoraba con el paso del tiempo y él ni se inmutaba.

Con un suspiro guardó el diario en el cajón más cercano, unas pequeñas lágrimas recorrían lentamente por su rostro y nuevamente comenzó a disculparse.

Ahora estaba seguro de que ella ni se molestaría en escucharlas.

-o-

Ella quería realizar un viaje familiar y aquella idea no parecía abandonar la mente de Egan.

Lo meditó y también le consultó al famoso investigador pokémon que había regresado al pueblo.

La respuesta no fue muy agradable para el joven padre, para resumir la confrontación, Samuel Oak no creía que su habilidad fuera suficiente para asegurar su seguridad y especialmente la de su hijo.

Es más, aquel anciano dudaba que fuera lo suficientemente responsable para criar a Ash.

Por muy molesto que estuviera con el investigador, decidió obedecerlo y esperar un tiempo antes de abandonar Pueblo Paleta.

Su día a día se resumía en trabajar y entrenar, pronto descubrió que su pequeño parecía compartir su fascinación por los monstruos de bolsillo, ya que quedaba encantado viéndolos entrenar.

Era el mismo rostro de asombro que tenía su difunta esposa cuando lo acompañaba en su entrenamiento.

-Delia quería conocer más del mundo… quería saber en carne propio lo que era un entrenador.- Regresó a sus tres pokémon a sus respectivas poké ball, acción que no fue del gusto del pequeño azabache.- Seguramente Ash querrá lo mismo.

-o-

Cuando su hijo cumplió los tres años, decidió que era momento para abandonar Pueblo Paleta.

Todo parecía ir de maravilla, los pokémon de las primeras rutas fueron fácilmente derrotados por su Spearow.

-¡Buenas noches!- No pudo evitar reír por la forma en que su hijo se despedía de cada pokémon debilitado que dejaba Spearow.

Si, serían días memorables.

Y lo fueron, pero no de la forma que quisiera.

-Mier…

Apenas tuvo tiempo de cubrir a su hijo del impacto, rodó por todo el lugar pero en ningún momento se permitió soltar a Ash.

Su espalda le ardía como el infierno, su cabeza había sido sacudida con tal brutalidad que era incapaz de tener pensamientos coherentes.

Su sub-consciente, como siempre le recalcaba lo estúpido que era, sobre todo desde que Delia había fallecido.

Debiste haber esperado que tus pokémon sanaran.

Debiste escuchar la advertencia de la enfermera.

Debiste esperar hasta el día siguiente para adentrarte al Monte Luna.

El llanto de su hijo lo hizo volver a la realidad, alejándose aún más del pokémon que lo había atacado anteriormente.

-(¿Qué hace un Machoke aquí?)- Estaba seguro que su habitad estaba en las cavernas más profundas de la región, aun así, no era tiempo para hacerse tales preguntas cuando su vida estaba en riesgo.- ¡Espera, no quiero combatir!

El pokémon no pareció importarle aquello y en unos segundos acabó con la distancia entre ambos.
-¡Spearow!

La atención del pokémon lucha cambió hacia el pequeño pájaro, con una sonrisa burlesca, Machoke recibía cada ataque del pokémon de Egan sin inmutarse.

El entrenador estaba sorprendido, pero aprovechó de alejarse nuevamente de aquel pokémon salvaje.- Shhh… tranquilo Ash, estaremos bien.

¡Mentiras!

Machoke no tardó en aprender el patrón de ataque de su oponente, fácilmente conectó un contraataque que dio por finalizada la batalla.

Lo que parecía enfurecer aún más al monstruo luchador.

Quería saciar su sed de lucha y esperaba que aquel entrenador lo hiciera, pero solamente se encontró con otra decepción.

¿Acaso ya no existían buenos entrenadores? 

Con un rugido corrió hacia un sobresaltado Egan, apenas pudo esquivar el golpe karate, que había destruido una enorme roca del lugar.

En cosa de tiempo para que terminen muertos... ¡Todo por tu incompetencia!

Corrió con Ash en sus brazos, aquella persecución terminó captando la atención de otros pokémon del monte.

Zubat y Geodude.

Los primeros se abalanzaron contra él, mordiendo sus brazos, hombros y partes visibles del cuerpo de su hijo.

-¡Duele, duele!

Apenas pudo lanzar la poké ball de su Venomoth, su pokémon más fuerte ahuyentó a gran parte de los murciélagos con su psicorrayo.

Dándole tiempo suficiente a Egan para lanzar a su otro pokémon.

 -¡Raticate, usa ataque rápido seguido de hipercolmillo! - Gritó a todo pulmón, quizás fue por la desesperación o tal vez para opacar el llanto de su hijo.

Ni él lo sabía.

El roedor se hacía una idea de lo fuerte que era aquel Machoke, era imposible derrotarle pero aun así, trataría de mantenerlo ocupado por unos minutos.

-¡Venomoth, Raticate no aguantará por mucho!- Al ver que nuevamente los Zubat iban hacia ellos, entró en pánico.- ¡No pierdas el tiempo, usa somnífero ahora!

Para su suerte, Venomoth pudo esparcir el polvo de sueño por toda la zona y en pocos segundos, los pokémon se encontraban somnolientos.

Egan no perdió tiempo y corrió lo más rápido posible hacia Ciudad Plateada, ni siquiera se molestó en tratar de tranquilizar a su hijo o felicitar a sus compañeros.

Delia siempre le reprochó su exceso de confianza, sobretodo en su diario, donde dejó en claro que su habilidad como entrenador dejaba mucho que desear.

-Querido, no hay razón para fanfarronear.

Y era cierto, no lo había.

Tres años entrenando, y apenas pudo salir vivo de un pokémon salvaje.

Ni siquiera se encontraba en las zonas más peligrosas de la región.

Esa noche Egan comprendió varias cosas; no solo era y fue un asco como hombre, también lo era como entrenador.

Ya no podía ser un mejor esposo para Delia, pero al menos sería un mejor entrenador de ahora en adelante.

-Si sigo así.- Susurró mientras miraba con preocupación a su hijo que se aferraba a Raticate.- Ash no llegará a vivir hasta los cinco.

Mañana a primera hora, partiría al gimnasio de la ciudad.

-o-

No negaría que se sentía mucho mejor consigo mismo, al saber;  que no era el único hombre que planeaba abandonar a su familia.

Pero no lo hacía sentir menos culpable.

El líder de gimnasio de Ciudad Plateada, Flint, tenía pensado abandonar su cargo cuando su hijo mayor se convirtiera en entrenador.

Pero mientras más charlaban, el experto en pokémon del tipo roca decidió quedarse con su familia hasta el final; ver la mirada llena de culpa y de melancolía en aquel retador, lo hizo pensar seriamente en cómo afectaría a su esposa aquella decisión.

-Seguramente… ella también se iría, no quiero dejar a Brock con la responsabilidad de cuidar a sus hermanos.

Egan sonrió un poco ante eso, no podía hacer mucho por su familia, pero al menos había salvado otra.

Ambos continuaron charlando y bebiendo, Flint había simpatizado bastante con el joven, le permitió quedarse entrenando en el gimnasio hasta que estuviese satisfecho, era la mejor ayuda que le podía otorgar.

-Muchas gracias señor, haré mi mejor esfuerzo para que no pierda el tiempo conmigo.- Había sonado bastante dócil, cosa poco común en él  pero era entendible, ayer su confianza fue destruida por completo.

-No seas modesto, estoy seguro que mejoraras bastante aquí… ¡Tenlo por seguro!

Y no mintió, tras un mes de entrenamiento había aprendido bastante del líder de gimnasio.

Nunca fue capaz de derrotarle, pero de vez en cuando tuvo que enfrentarse a los retadores, la mayoría fue incapaz de vencerle hasta el tercer intento.

Aquel sentimiento de mejora lo llenaba y escuchar de las gradas a su pequeño animándole, era de alguna extraña manera nostálgico. Recordándole aquellos días en donde su esposa, gritaba a todo pulmón con tal de apoyarle.

Egan se detenía en cada lugar que accedían a entrenarle, la mayoría al saber que era para proteger al pequeño que llevaba en brazos, aceptaban sin dudarlo.

Gimnasios y dojos, aquellos lugares fueron su hogar por varios meses.

Pero tras un año, Kanto se le estaba haciendo pequeño.

Había zonas que explotar y líderes que enfrentar aún, pero no los retaría mientras estuviera con Ash.

-Quizás cuando ya no me necesite.- Frunció el ceño ante ese pensamiento, su hijo apenas podía leer y ya estaba pensando en dejarlo.- Vamos… soy mejor que eso.

Ahora su nuevo objetivo era Johto, el camino sería largo y peligroso pero ya no era el mismo idiota de hace un año.

Había aprendido distintos estilos de lucha, fortalecido a su equipo de varias maneras y se hizo con varios objetos curativos.

-Serán unos meses emocionantes ¿No Ash?

-Hmmm…

-¿Qué pasa?

-Me gusta Isla Canela.

-Pero no hay un líder de gimnasio… no hay razón para quedarnos.

-¿Por qué no?

-Tú sabes el porqué.

-¿Lo sé?

Egan soltó un suspiro, últimamente su hijo trataba de quedarse en una ciudad o pueblo por el mayor tiempo posible.

Miraba a las familias, sobre todo a los niños que tenían madre.

Ash quería un hogar, uno que Egan no podía darle.

-El mundo es nuestro hogar Ash… nunca lo olvides.

Tendría que adentrarlo pronto en los combates, su hijo estaba mostrando varios índices de ser débil ante cierto tipo de emociones.

Tendría que ser más estricto con él, aunque estaba seguro que si Delia lo viera… desaprobaría por completo la crianza que recibiría Ash en estos años.

-(Es por su bien).- Pensó mientras tomaba a su hijo en brazos, internamente una pequeña voz le recriminaba que había otra razón para hacerlo.

Pero no le dio importancia.


-o-

Dicen que tu primer recuerdo de tu vida es falso.

Son ficticios hasta cierto punto, ya que son más una representación de tu infancia, en lugar de recuerdos reales.

Le gustaba creer en esto, quizás era su cerebro que en ese momento, aun  no desarrollaba la capacidad de recrear recuerdos reales.

Por eso no recordaba el recibir un regalo para su cumpleaños, ni para navidad o simplemente tener una cena familiar.

Su casa, su habitación llena de esos juguetes suaves… ¿Cómo era que se llamaban?

¿Peluches?

Si… el niño estaba seguro que era así.

Sabía el nombre del lugar donde nació pero nuevamente, no tenía ni la menor idea de cómo era.

¿Tendría amigos esperándole en el pueblo?

Quería pensar que sí, pero incluso en su ingenuidad… fue incapaz de mentirse así mismo.

Su primer recuerdo, si así lo quisieran llamar, era deambulando por una helada montaña mientras era cargado por su padre.

Su padre lo protegía del frío, del calor, del hambre y de las criaturas conocidas como pokémon.

Lo educaba, dándole el conocimiento suficiente para saber cómo funcionaba el mundo y sobre todo, de los combates pokémon.

Pero…

-Falta algo…-Murmuro inconscientemente, sin darle mucha importancia a lo que sucedía a su alrededor.

Por esto, fue incapaz de esquivar la mancha rojiza que se abalanzó sobre él.

Se trataba de un Growlithe, que no desaprovechó la oportunidad para lamer las mejillas del muchacho, una, otra y otra vez.

-¡Hahahaha! ¡Quieto!- Con algo de fuerza apartó al pequeño can, quién ladró para luego correr alrededor del niño.- ¡Eso no cuenta, estaba distraído!

Pero el can no le dio importancia y siguió celebrando, contagiando su alegría al azabache de once años.

-Siempre haces lo mismo.- Sonrió mientras observaba a su compañero que le incitaba a jugar con él.- (Es como si detectaras cuando pienso en aquello).

El can de pelaje rojizo no era ajeno a la sonrisa que ahora llevaba el joven azabache, orgulloso de su logro, se abalanzó nuevamente sobre el chico para ser mimado por este.

Ash deslizaba con delicadeza sus manos por el pelaje de su pokémon. Era bastante suave, generalmente lo utilizaba como almohada a pesar de las quejas de su padre.

El azabache frunció el ceño al pensar en su progenitor, en los últimos días apenas había sido capaz de verle y lo que más le frustraba, era que las pocas palabras que intercambiaban era sobre el entrenamiento.

Mejor dicho la supuesta “ausencia” de este.

-Entonces… ¿Esto es lo que haces en mi ausencia?

-¡Vamos, demuéstrame que no he perdido el tiempo contigo!

-Tks… olvídalo, no estás listo para andar por tu cuenta.

-Al parecer, nunca es suficiente para él.- El azabache dejó de lado aquellos pensamientos al percatarse de los gruñidos de su pokémon.- Ya, ya… tranquilo, mejor busquemos un oponente para ti.

El chico se levantó con una agilidad que dejarían en vergüenza a la mayoría de gimnastas, el crecer entre bosques, ríos, montañas y cuevas; lo había beneficiado bastante en cuanto habilidad física se refiere, aunque gran parte del crédito también era por el entrenamiento recibido por su padre.

Le encantaba deslizarse entre las ramas de los árboles, disfrutaba del viento en su cara y el cómo su cabello se agitaba salvajemente.

En ese instante no existía su padre, ni los pokémon o la necesidad de saber de su difunta madre.

Solo era él.

Y le encantaba.

-¿Un cazabichos?- Frunció el ceño ante la presencia del chico, sabiendo que debía detener su recorrido para no alarmarlo, no sería la primera vez que lo confundieran con un Aipom y lo atacaran.- (Extraño, papá dice que la mayoría de ellos son unos debiluchos).

Poco probable que estuviera en el bosque por decisión propia.

-(Quizás está perdido).- Sonrío un poco con esta conclusión, seguramente estaría agradecido si le ofreciera ayuda.- ¡Oye niño!

Aquel joven se sobresaltó al ver como un chico de su edad, quizás dos años menor, saltaba de un árbol como si no fuera nada del otro mundo.- ¿Qué eres?

-Un entrenador, como tú.- Se maldijo internamente ante esa respuesta, generalmente ello llevaba a un combate.- Pero eso no es importante, por aquí deambulan de vez en cuando algunos Ursaring… es peligroso que vayas solo por aquí.

El chico le sonrío.- Gracias por el dato, pero no hay de qué preocuparse, aunque no lo parezca soy un excelente entrenador.

Mientras más atención le dedicaba, Ash comenzaba a dudar que aquel cazabichos fuera un chico.

Tenía rasgos bastantes delicados, muy similar a las pocas mujeres que había visto en su corta vida.

Además de ese cabello de tono purpura.- ¿Eres un chico o una chica?

-Chico.- Respondió de inmediato, Ash podía jurar que el tono que había usado fue más grave ¿Se lo habrá imaginando?

-Lamento haberte molestado.- Se rascó la nuca, nervioso de que hacer a continuación pero al parecer aquel cazabichos le restó importancia.- Por cierto… ¿Qué haces aquí de todos modos?

El joven de cabello purpura levantó la ceja curioso, juraba que le preguntaría su nombre y con ello, descubriría su cargo como líder de gimnasio.- Explorar, quería hacerme con un nuevo compañero pero no encuentro algo que me llame la atención.

-Bueno, a esta hora es difícil no encontrar algo que no sea un Caterpie o Weedle.- Ash con una pequeña sonrisa lo tomó de la mano y comenzó arrastrarlo entre los árboles.- ¡Sígueme!

 -Mi nombre es Bugsy por cierto.- Mencionó divertido, al ver como la velocidad del joven disminuyó por unos segundos, seguramente asimilando la nueva información recibida.

-Es extrañamente familiar.- Murmuró pero pronto le restó importancia.- ¡El mío es Ash!
Bugsy pestañeó varias veces mientras miraba al entusiasta joven.- (Supongo que no soy tan conocido como los otros líderes de gimnasio).

En silencio decidió seguirle el juego a Ash, el líder de gimnasio lo había encontrado simpático.

-o-

Decir que estaba sorprendido por el conocimiento del chico se quedaba corto.

Ash lo había llevado a una zona del bosque donde se enfrentaba un Pinsir contra un Heracross.

-Suelen pelear por el territorio.- Le susurró al joven de cabello púrpura, que aún no salía del asombro.- Pinsir es superior en fuerza bruta pero Heracross lo neutraliza con su técnica.

El líder de gimnasio asintió a las palabras de su acompañante, el mismo se había percatado de aquello a lo largo del combate.

-Escoge al que más se relaciona con tu estilo de combate.- Mencionó con una pizca de entusiasmo.- Yo mantendré ocupado al otro.

Bugsy quedó sin habla ante lo mencionado por el azabache. Ahora mismo le estaba dando una oferta bastante apetecible.

No era el líder de gimnasio más fuerte, que va, estaba seguro que era el más fácil de vencer entre los ocho actuales.

El tener otro pokémon bicho de gran calibre, le ayudaría bastante para subir su estatus.

-(Vaya y yo creyendo que me iría con las manos vacías).- Internamente se preguntaba por qué el azabache no se había molestado en capturarlos, pronto dedujo que seguramente no poseía ninguna poké ball.- Bueno… pero es injusto que tu no recibas nada a cambio.

Bugsy juraba que los ojos de Ash se habían convertido en estrellas cuando vio las poké ball.

No pudo evitar sonreír ante el agradecimiento del muchacho, parecía que lo hacía desde el fondo de su corazón.

Pero pronto aquel sentimiento agradable se desvaneció al percatarse de cierta tensión en el ambiente.

-(Bajé la guardia).- El líder de gimnasio frunció el ceño, no quería mostrar aun su habilidad pero la mirada que les daba Pinsir aseguraba que no saldrían vivos si no luchaban.- (Scyther es el único que puede hacerle frente).

Pinsir ya se había lanzado hacia ellos y Bugsy, dudaba que pudiera esquivar o lanzar la poké ball a tiempo.

-¡Cuidado Ash!- Lo único que podía hacer era proteger al chico pero aquel azabache, ya no estaba a su lado.- ¿Ash?

Y antes de que pudiera encontrar a una respuesta sobre el paradero del niño. Pinsir había sido atacado por una esfera de fuego, que pronto se materializó en un Growlithe.

-¡Lanzallamas!

Al voltear se encontró con el azabache, Bugsy se preguntaba en que momento había retrocedido tanto.

Growlithe había aterrizado cerca de Ash, quién con una pequeña sonrisa esperaba que el humo se esparciera.

-Lo lamento Bugsy, pero creo que tendré que derrotarlo por ti.

Dibujado por: Azure Shiro.

Aquel comentario había molestado al pokémon salvaje, furioso atravesó la cortina de humo, alcanzando una velocidad que parecía preocupar al líder de gimnasio.

Pero el azabache mantenía su sonrisa y sin dar ninguna orden, vio cómo su pokémon esquivaba los golpes de su adversario con suma facilidad, mediante saltos y rodando por el césped.

De vez en cuando Ash le ordenaba contraatacar, pero para sorpresa de Bugsy, el can lanzaba pequeñas bolas de fuego que solamente provocaban más al escarabajo.

¿En que estará pensando el azabache?

Era lo que se preguntaba una y otra vez aquel líder de gimnasio.

Ash veía como los ataques de Pinsir comenzaba hacer más abiertos y predecibles, solo faltaba que se acercara un poco más para finalizar este combate.

Pronto el escenario estaba listo y el joven exclamó a todo pulmón.- ¡Tóxico!

El can de fuego lanzó un líquido morado que rápidamente se expandió alrededor de su oponente, quién comenzó a gruñir de dolor por los síntomas del envenenamiento.

-¡¿Qué estás esperando?! ¡Lanza la poké ball Bugsy!

Saliendo de su asombro, el líder de gimnasio lanzó una poké ball, la cual no tardó muchos segundos en confirmar una captura exitosa.

-Estuviste fantástico.- Growlithe sonría ante los halagos y acaricias de su entrenador, ignorando por completo al joven que se acercaba a su ubicación.

El cazabichos no sabía que decir, aun debía aclarar sus pensamientos.

Pinsir no tuvo ninguna oportunidad contra el pokémon de Ash.

Recreó nuevamente el combate en su mente, notando como habían jugado con la mente del pokémon salvaje, volviéndose un oponente bastante sencillo de manejar.

-(Pudo debilitarlo desde el inicio, pero prefirió asegurar que yo lo capturara).- No pudo evitar sonreír ante la habilidad que había mostrado el joven.- Estuvieron sensacionales.

-No es nada, generalmente los Pinsir se dejan llevar por su emociones.- Ash volvió a mirar hacia el lugar en donde estaba anteriormente los pokémon luchando.- Me preocupaba más Heracross, son más cautelosos.

Bugsy asintió mientras guardaba la poké ball de su nuevo compañero, le había dado una fugaz mirada al escarabajo tipo lucha  pero esté no mostró señales de querer unirse al combate y a la primera oportunidad, se alejó volando.

Pero había algo más importante de que hablar.- Bueno Ash… permíteme presentarme adecuadamente.

El joven azabache parecía confundido pero no articuló palabra alguna.

-Soy Bugsy, el líder de gimnasio de Pueblo Azalea y como sabrás, me especializo en los pokémon del tipo bicho.- Se detuvo un momento al ver la sorpresa del joven, pero le hizo un gesto que aún había mucho que decir.- Y déjame decirte que aprobaste la prueba.

Ash sabía que debía dar algún tipo de respuesta, pero su mente no sabía que duda debía aclarar primero.

Quería confirmar si en verdad Bugsy no le estaba haciendo una broma, pero nuevamente su cerebro le indicaba que aquel nombre lo había oído en el pasado.

Seguramente su padre lo había mencionado en una de sus clases teóricas.

¿Debía disculparse? Le habían dicho que debía ser respetuoso con los maestros pokémon, de por sí, cada líder había desarrollado una maestría en sus respectivos elementos.

Era algo que  incluso su padre estaba lejos de poder hacer.

Sin embargo, a pesar de sus bases, seguía siendo un niño y tenía curiosidad por lo último que había dicho el líder de gimnasio.

-¿Prueba? ¿Qué prueba?

-Originalmente tu padre me había pedido venir aquí.- Si hubiera sido más observador, Bugsy hubiera notado la incredulidad en el rostro del azabache.- Me pidió que te observara, el insistía que estarías perdiendo el tiempo, pero puedo ver claramente que tiene una idea equivocada de ti.

Growlitthe lamía la mano derecha de Ash para otorgarle algo de apoyo, nuevamente su padre no confiaba en su dedicación al arte, pero no negaría que las palabras de Bugsy lo habían animado un poco.

Después de todo, era un líder de gimnasio quién le estaba dando tales palabras.

-No dejes que eso te desanime, realmente tiene altas expectativas de ti.

-Lo dudo mucho…

-No digas eso, de otra forma no creo que me haya pedido combatir contra ti.- Ash volvió encarar al líder de gimnasio, quien le daba una sonrisa amigable, pero con un peculiar brillo en su mirada, uno que le advertía que podría atacar en cualquier instante.- No negaré que me pareció exagerado al principio, pero viendo como manejaste a Pinsir… Dios, incluso dudo de poder salir ileso contra ti.

-Entonces… ¿Pasé la prueba solamente con vencer a Pinsir?

-En términos de fuerza bruta, Pinsir no tiene nada que envidiarle a mi pokémon más fuerte.- El líder de gimnasio cerró los ojos por unos minutos, en su mente creaba una simulación de combate y el resultado que se mostraba, no era muy gratificante.- No negaré que quiero luchar contra ti… pero no aquí, sino en mi gimnasio.

-Pero mi papá, dice que aún no puedo desafiarlos…

-Hasta ahora.

-¡!

-Me compadezco de los novatos que se encuentren contigo.- Entre carcajadas Bugsy le entregó un pequeño sobre al azabache, era descortés pero la cara llena de asombro del muchacho le causaba mucha gracia.- Dentro hay una carta de Egan y tu tarjeta de entrenador.

El azabache sentía como el sobre ganó peso tras recibir aquella información.

-Quizá había otra sorpresa o no, realmente no lo recuerdo.- El líder de gimnasio soltó un suspiro al recordar la charla con aquel sujeto.- El tipo divaga mucho.

-Gracias… pero ¿Realmente la merezco?

-¿Crees que no la mereces?

-No es lo que yo pienso.- Exclamó frunciendo el ceño, esto era su sueño, aunque se le había negado un hogar, una cama y amor familiar con tal de convertirse en un excelente entrenador, eso era su vida, lo que le mantenía cuerdo y le motivaba a seguir mejorando, pero la imagen de su padre apareció en su cabeza.- Es lo que él puede pensar de tu decisión... 

Bugsy asintió, para sus adentros crecía una especie de molestia contra el padre del niño.-Por mucho que le duela en su orgullo, mi veredicto es superior al señalar la capacidades de un entrenador.- El joven de cabello morado lo tranquilizó tomándolos de los hombros.- Soy un líder de gimnasio después de todo.

Sonrío para sus adentros al ver como Ash se relajaba.

-Entonces... ¿Lo del principio solamente era un truco para llamar mi atención?

El rostro del líder de gimnasio obtuvo un tono rojizo.- N...no realmente, estaba algo perdido y no sabía por donde empezar a buscarte.

Ash soltó una carcajada al verlo actuar así, parecía una niña avergonzada.- Supongo que al final hice lo correcto.

-Supongo que si... 

Sin darse darse cuenta, ya llevaba bastante tiempo charlando con el nuevo entrenador pokémon; este parecía bastante entusiasta y le preguntó sobre todo tipo de cosas, varias relacionadas a su padre y el como lo conoció.

-(Supongo que no conversa mucho con otros chicos... es algo triste).

Bugsy lo había invitado a su pueblo, era un buen lugar para que Ash iniciara su viaje con su nivel actual pero este lo rechazó al pensarlo por unos minutos.

Aunque aun podía verse la duda en su mirada. 

-Lo siento, realmente me gustaría irme cuanto antes pero... voy a esperar a mi papá, estoy seguro que querrá tener un último combate.- Una sonrisa tímida apareció en el chico.- Seguramente para recalcarme que el mundo es grande, que siempre habrá alguien mejor y bla, bla, bla.

-No te deja disfrutar de tus pequeños triunfos ¿He?

-Es algo idiota pero es un buen maestro.

-¿Y padre?

-¡Prefiero no responder!- Bugsy no pude contener su carcajada y el azabache sonrío ante esto, un extraño calor invadió su pecho.- (Esto nos hace amigos ¿Verdad?)

Temía preguntarlo, no quería incomodarlo, con los pocos niños que se habían encontrado terminaban huyendo por su entusiasmo, o terminaban envidiando su habilidad en combate, digamos que el azabache pecaba de ser presumido en ocasiones. 

Al final prefirió quedarse con la duda, aunque una parte de su mente afirmaba que eran amigos.

-(Después de todo... ¡Me ofreció viajar con él!)

-Bueno espero que tengas al menos una charla emotiva con tu padre, puede que no te lo demuestre, pero presume sutilmente las habilidades de su hijo.

Nuevamente sintió aquella sensación en su pecho, se había sobresaltado pero para su confusión no le molestaría sentirla de nuevo.

Bugsy no dijo nada, pero podía ver claramente como los ojos del chico obtenían más vida... era una alegría casi contagiosa.

Casi.

-Gracias Bugsy, gracias por tu tiempo y por darme la oportunidad que tanto esperaba.- Con una reverencia algo exagerada, el azabache continuó con su discurso.- te juro, que lo primero que haré como entrenador es desafiar tu gimnasio.

-Te estaré esperando Ash, has despertado mi interés y quizás, tenga que advertirle a los demás de ti.

El azabache lo vio retirarse entre los árboles, su pokémon de fuego miraba alegre como la sonrisa en el rostro de su entrenador se mantuvo por el resto del día.

-o-

-¿Puedes encender la fogata?

Su compañero obedeció gustoso, recibiendo una suave caricia por parte de su entrenador que mantenía una pequeña sonrisa en su rostro.

-Fue un día extraño ¿No?- Su pokémon ladró con entusiasmo, incitándole que abriera de una buena vez el sobre que le había entregado el líder de gimnasio.- Dame un segundo, quiero asegurarme de qué no este soñando.

Growlithe rodó los ojos, a veces su entrenador podía ser bastante paranoico y dramático.

Pero en parte le entendía, solamente él sabía lo mucho que Ash esperaba el momento de convertirse oficialmente en un entrenador, de seguro había soñado incontable veces con este momento.

-¡Vileplume!- Entre los arbustos apareció la forma evolucionada de Gloom, que observaba con curiosidad al joven entrenador.- ¿Ha habido rastro de los Ursaring?

Recibió un no como respuesta, como recompensa el joven le lanzó algunas bayas que había conseguido.

Aquel pokémon le sonrío para luego desaparecer por los mismos arbustos en los que había aparecido anteriormente.

-Otra noche segura.- Le indicó aliviado a su perro de fuego, de vez en cuando formaba una especie de alianza con los pokémon que habitaban en las zonas donde acampaban; cuidándose de los depredadores mutuamente.

Se apoyó en el tronco de un árbol, observando la hermosa vista que le entregaba la noche.

-Lo logré, aunque siento que es algo… ¿Anticlimático?- Como siempre, las estrellas y Growlithe eran los únicos que escuchaban todo lo que guardaba en su interior, desde lo más estúpido hasta lo intimo.- Siempre pensé que terminaría siendo un entrenador luego de vencerle en combate… pero mira, ni siquiera se ha aparecido.

-¿No crees que está tardando demasiado?

Su pokémon ladró molesto, entendiendo perfectamente la impaciencia de su compañero.

-Tks… viejo de mierda.- Murmuró irritado, hubiera sido mejor aceptar la oferta de Bugsy.- Por lo menos hubieras aparecido para decir algo.

-Con que lo lograste ¿He? Bueno es lo menos que puedes hacer con todo lo que te he enseñado.

-Bien hecho Ash, Bugsy ya me dijo todo lo que ocurrió… dejaste una muy buena impresión.

Se sintió mejor por un breve momento, incluso se permitió exagerar con su imaginación, creando un escenario en donde su padre aparecía lleno de orgullo y lo halagaba por varios minutos.

Pero al final, solamente había decepción en el pecho de Ash.

-Papá estúpido…

Quería a su padre pero no podía asegurar que lo amara.

¿Qué era el amor de todos modos? ¿Podría sentir algo que no entendía? ¿Algo que no conocía?

Después de todo, su padre no parecía saber sobre aquel sentimiento.

Y nuevamente se preguntó… ¿Podrían sentir algo de lo cual no conocían?

Eran palabras tan ajenas, pero era más extraño para el joven tener las ganas de decirlas, pero no sabía a quién exactamente.

Su mirada se había ablandado.- No… claro que hay alguien.

Con torpeza sacó de uno de sus bolsillos una foto, su estado era lamentable por el paso de los años y seguramente por el estilo de vida que llevaba el muchacho.

En ella estaba una joven mujer, sonriéndole al mundo y Ash, amaba esa expresión.

-No recuerdo nada de ti mamá… pero quiere que sepas, que siempre pienso en ti.

Una ráfaga de viento sacudió suavemente el cabello del azabache, el pokémon de fuego miraba confundido como el niño parecía relajarse ante aquello.

-Es tonto… pero siempre imagino que estás en el viento.- Growlithe notó como los ojos de su entrenador se cristalizaban, no tardó en acurrucarse en su regazo para darle apoyo.- ¿Tú que piensas Growlithe?

Recibió un aullido como respuesta, su pokémon se lamentaba por no poder aclarar sus inquietudes.

Algo que siempre enternecía al entrenador.- Tranquilo pulgoso… está bien, soy feliz teniéndote a mi lado.

Su madre siempre invadía su mente por las noches, tenía tantas preguntas que hacer sobre ella pero había aprendido, que su padre no quería responderlas todas.

Era algo que le afectaba bastante y Ash, podía respetar eso.

Al menos le aliviaba saber, que su padre si amaba a su madre, a su manera claro está.

-Supongo que es lo mismo conmigo.- A pesar de solo estar acompañado de su pokémon, Ash nunca dejó de murmurar, había aprendido que no debía mostrar sus emociones cerca de terceros, sobre todo por cómo reaccionó su padre al escucharlo.- Seguramente a mamá, no le molestaría mostrar que me ama ¿Verdad?

Se quedaron en silencio por un tiempo, solamente interrumpido por el ruido que hacia Growlithe al mover su cola de un lado a otro.

El azabache miraba una y otra vez el sobre, estaba ansioso por ver su tarjeta de entrenador pero por otra parte, estaba temeroso por las cosas que diría aquella carta.

Temía que fuera una despedida.

-Bien aquí voy…

Growlithe cerró los ojos, esperando que el azabache narrara la carta pero al parecer, se había maravillado por completo con su ficha de entrenador.

-Es azulada…- Comenzó a ojearla, dándose cuenta que era más que un simple trozo de cartón.- ¡Mira, aparece más información si deslizo el dedo!

Podía ver su dinero, medallas y datos personales.

-Originario de Pueblo Paleta…- Levantó su mirada nuevamente hacia las estrellas, preguntándose si debía volver a la tierra en donde nació.- ¿Qué hubieras querido mamá?

Se sacudió con brusquedad su cabeza, ya tendría tiempo para pensar en eso.

Guardando la tarjeta, Ash se centró en la carta que había escrito su padre.

-Entiendo que mi letra sea horrible pero… ¿La de él?

Con una sonrisa burlesca, el azabache comenzó a leer la carta.

Ash…

Él que estés leyendo esto, significa que obtuviste la aprobación de Bugsy.

Felicidades por eso, aunque sea el líder más reciente, su desarrollo ha sido increíble ¿Por qué lo sé? Pues he sido su compañero de entrenamiento durante los últimos meses.

El azabache frunció el ceño, pero no comentó nada… era algo común en su padre, dedicarle tiempo a algún entrenador del que puede recibir algo a cambio.

-Eso explica porque aceptó venir hasta aquí…

Sé que te he descuidado, no solamente en estas semanas, lo he hecho durante toda la vida.

¿Te soy sincero?

Fui un pésimo esposo, no… fui un pésimo hombre.

Y estoy seguro que soy un pésimo padre, pero de lo que si estoy seguro, es que soy un excelente maestro.

Growlithe gruño, Ash estaba seguro que había querido decir que eso era “relativo”.

Todo lo que he aprendido en estos años te lo he transmitido a ti, cada enseñanza y habilidad que he desarrollado en los distintos gimnasios, dojos y campeonatos que he visitado.

Es lo mejor que he podido hacer y sé que no es suficiente, no podrá compensar el cómo te he tratado y las cosas que te he arrebatado.

Sé qué harás grandes cosas hijo, tienes el conocimiento y la voluntad para conseguir tus objetivos.

Yo me dirijo a Kanto, hay varias cosas que dejé sin terminar cuando partimos a Johto; creo que es tiempo de cerrar esa parte de mi vida de una vez por todas.

Growlithe frunció el ceño, el cansancio estaba invadiendo su cuerpo pero aun así, pudo percatarse como la voz de Ash perdía fuerza.

Mi última orden como tu padre y maestro, es que no podrás ir a Kanto hasta que hayas ganado una liga regional.

Y no solamente eso, cuando te hayas convertido en un hombre, no me estoy refiriendo a la edad muchacho si no algo que va más allá.

Si me desobedeces estaré muy decepcionado de ti y creo que te haces una idea de qué significa eso ¿No?

Lamento esto último, pero quiero asegurarme que no tengas apego por un lugar en particular.

Tu madre ya no está ahí, dejó aquel lugar hace mucho tiempo… lo único que encontrarás es una tumba que lleva su nombre.

No hay lazos familiares, ni de amistad esperándote muchacho, solamente una tumba que guarda lo que antes era el cuerpo de mi esposa.

Aquellas palabras habían atravesado el corazón del joven azabache, que sin percatarse había comenzado apretar aquella hoja, a su vez, que algunas traicioneras lágrimas amenazaban por recorrer su rostro.

Mis últimas enseñanzas son:

1.-Las emociones son una debilidad, usa las de tus oponentes en su contra.

2.-Nunca hagas llorar a una mujer.

Y por último, tu propia felicidad depende solamente de ti, no de que consigas mi aprobación, no conociendo Pueblo Paleta y mucho menos buscando el afecto que no pudiste recibir de Delia.

Sé qué eres mejor que eso, no andarás por la región mendigando por una pizca de cariño.

Espero que recuerdes esto, te deseo mucha suerte en tu viaje.

Volveremos a vernos algún día, te lo prometo, seguramente en algún campeonato.

Atte: Egan Ketchum.

Tras leer la carta, Ash la convirtió en una bola de papel y la lanzó a la fogata.

Trató de controlar su respiración, no quería despertar a Growlithe.

En silencio maldijo a su padre, razones tenía muchas pero especialmente por cobarde.

Por no tener el valor para decirle aquellas cosas en la cara.

Siempre le elevaba la voz, siempre le interrumpía cuando trataba de defenderse, parecía tener un control completo en sus emociones, su presencia reflejaba respeto para los ojos del chico.

-Ni siquiera tuviste las agallas de despedirte de mí.

Se dijo una y otra vez que no lo necesitaba.

-Lamentas las cosas que me arrebataste… pero aquí estás, quitándome lo único que tuve en toda mi vida.

Apagó la fogata y aferrándose a su pokémon, trató de apartar las emociones que crecían en su interior.

-Papá… no volverá ¿Verdad?- Trató de ocultar sus lágrimas refugiándose en su pokémon pero fue inútil.

-Ya verás, lamentarás haberte perdido mis combates contra los líderes de Johto.- Declaró entre sollozos, una mezcla entre tristeza, rabia y la determinación suficiente para jurar delante de las estrellas.- Morirás de envidia con lo fuerte que me volveré.

Pronto la imagen de su madre se había colado en su mente, aquella sonrisa que había memorizado dentro de él era suficiente para calmarlo y en poco tiempo su respiración se había normalizado.

La cólera que tenía por su padre no se había desvanecido, solamente se había ocultado dentro de su ser.

Delia siempre sería lo primordial para Ash, siendo racional o no, ella siempre sería lo más importante.

Esperaba de todo corazón que pudiera escucharlo.- Donde quiera que estés, quiero que sepas que mis hazañas llegarán hasta ti… lo prometo mamá.

Mañana empezaba su nueva vida, una que lo llenaría por completo.

-o-

En ese mismo momento, un crucero se dirigía a Ciudad Carmín.

Dos marineros levantaron la ceja al ver a uno de los tripulantes tendido en el suelo.

-Santa mierda… apesta a alcohol.

-Lo mejor sería llevarlo a su habitación.- El segundo hombre de mar miró curioso como aquel sujeto, comenzaba a murmurar algo que apenas era audible.- Me sorprende que siga consciente.

-Ash…- Egan trató de callar aquella voz en su cabeza con licor, mañana su cuerpo sufriría las consecuencias pero al menos, por ahora no tendría que escuchar aquellas palabras que lo mataban por dentro.

Aun así, el remordimiento aún estaba en su corazón.

-Es lo mejor para ti…- Los marineros intercambiaron confusas miradas, para luego tomar al hombre y llevarlo hasta su habitación.- Cumplí mi palabra Delia, es… *hip* un chico fuerte.

Ash podría defenderse por su cuenta, comparado a otros niños de su edad, era un maldito prodigio.

Los marineros en silencio escuchaban como Egan, hablaba de los resultados de la liga añil, burlándose de que el supuesto prodigio Gary Oak, solamente haya quedado entre los 32 mejores.

-Incluso la otra chica del pueblo, había quedado entre los 16 mejores.

-¿Quién?

-A saber… nos ignora por completo.

-Ash hubiera barrido el piso con ambos…- Su visión se nublaba, apenas podía ver el pasillo por el que lo cargaban.- Mi hijo es el mejor entrenador de ese inmundo pueblo.

Al cerrar los ojos, vio algo que le había tocado su corazón, de la misma forma como cuando leyó el diario de su difunta esposa.

Ahí estaba su hijo con una mirada llena de tristeza, pero sobre todo de decepción.

Era obvia que era dirigida hacia él.

-Lo siento hijo… pero no puedo ser lo que necesitas, te juro que lo intenté.

Ambos marineros abandonaron en silencio la habitación, ninguno de los dos mencionaría nada sobre aquel padre que entre sollozos le pedía disculpas a su esposa e hijo.

-La vida de un entrenador puede ser… realmente deprimente.

-No todos pueden ser un entrenador compañero… es algo solamente para los valientes.

Sin nada más que añadir, ambos reanudaron su guardia. 

-o-

¿Continuará? 

Bueno aquí lo tienen bastante... ¿Peculiar? Siento que pude manejarlo mejor o explotar más cosas, pero las posibilidades eran enormes.

Aun así estoy conforme con el resultado, más que nada por lo que puede desarrollar, como sabrán, generalmente yo uso la novela de Takeshi Shudo para darle ciertos rasgos a Ash, ya que, ahí se habla mucho de cierta parte del protagonista.

Pero antes de ir a eso, este one-shot podía llevarlo de taaantas maneras, podía irme por el camino en que Delia y Ash fallecen, siendo Egan el protagonista de la historia mientras carga con la culpa de provocar indirectamente la muerte de su familia.

Podía enfocarme más en una crianza en pueblo paleta, más estricta, casi militar, pero luego la descarté ante una mejor excusa para darle más poder y cualidades a nuestro pierde ligas favorito. El hecho de crecer en el camino, a lo Ranma Saotome, es más, me guié un poco en Genma para darle cierta caracterización a Egan, obviamente descartando el manejo humorístico de Ranma 1/2

Egan es un nombre relacionado con el fuego, que define a un hombre con luz propia; se relaciona un poco con el nombre de su hijo porque... cenizas y ya.

¿Porque hice al padre de Ash con tanto defectos? Pues, literalmente la novela dice que lo único bueno que hizo este sujeto fue reproducirse con Delia... seguramente ya está bien muerto en alguna ruta de la región, por sus escasas habilidades como entrenador y por ser un imbécil.

Siento que el pequeño cambio es justificable pero tampoco quiero extenderme tanto explicando esto, al menos por ahora... es tarde y tengo sueño.

Quisiera hablar más de la psiquis de Ash, después de todo, canonicamente lo que más le aterra o mejor dicho disgusta es la soledad, aquí tenemos un Ash más habilidoso pero emocionalmente jodido, busca saber de su madre, quiere aprobación y el afecto de su padre, además de estar algo desesperado por tener una amistad.

Quedan muchas cosas que decir, pero bueno... esto no puedo llegar a nada si no es una de las ganadoras ;) ya veremos.

GRACIAS A SHIRO POR SU DIBUJO, CHEQUEN Y APOYEN SU TRABAJO.

¡Ahora debo dormir, mañana se trabaja! jajaja espero que les haya gustado.

Se despide este escritor de pacotilla, que tiene ganas de unas buenas vacaciones.